ASPANIES Plena inclusión Melilla es una organización con 26 años de historia y que agrupa a más de 200 personas. En esta entidad colabora Natalia Díaz, voluntaria de 43 años. Natalia ha trabajado con niños y niñas no acompañados y tutelados a través de las artes escénicas en Melilla. En proyectos de este tipo, contó con un equipo de voluntariado que le apoyó.
Natalia, tú pasaste de realizar proyectos con voluntariado a ser voluntaria tú misma, ¿cómo decidiste que querías vivir ese experiencia?
Durante la realización de estos proyectos tuve la necesidad de contar, el voluntariado me ayudó a sacar estas experiencias hacia delante y fueron piezas clave para acabarlas con éxito. Pude conocer a gente joven que en muchas ocasiones se preocupaban más por este trabajo que por sus vidas personales. Esto fue lo que me sensibilizó acerca de la importancia del voluntariado y lo que me llevó a vivir la experiencia desde el otro lado.
¿Qué te motivó a elegir colaborar con Aspanies Plena Inclusión Melilla?
Lo que me motivó a participar como voluntaria en esta asociación son las ganas de contribuir a la normalización e integración social de personas con discapacidad intelectual. Asimismo, me resulta indispensable cooperar a través de la educación a que desaparezcan comentarios y actitudes hirientes que destruyen a la gente con discapacidad. No se puede permitir que al día de hoy alguien sufra discriminación en cualquier ámbito. En este sentido, la educación es la base para poder incluir y no excluir y el respeto a ser diferente tiende las bases para eliminar todo tipo de discriminación.
¿Cuál es tu papel como voluntaria en ASPANIES Melilla?
Mi tarea consta en establecer una relación personal con las personas discapacitadas, con la finalidad de ser un soporte, referente, acompañante y amiga en las diferentes actividades de ocio que se organizan por la asociación.
Y, ¿qué es lo que más te gusta?
Lo que más me gusta es, por un lado, seguir aprendiendo a través de una experiencia más de la vida, para salir ahí fuera y educar en competencias emocionales contribuyendo a una mejora del bienestar social y personal y, por otro, seguir creciendo como persona y en la medida de mis posibilidades.
Me gusta ayudar a las personas con discapacidad a realizar su proyecto de vida, defender sus derechos y hacerles comprender sus obligaciones como ciudadanos para conseguir el mayor grado de integración social posible.
Además, me motiva poder contribuir a promover su autonomía y libertad dando los apoyos que necesiten para que lo alcancen. Y básicamente, mi objetivo es reforzar estas ideas creando vínculos basados en el amor y en la confianza.
¿Nos cuentas alguna anécdota que hayas tenido haciendo voluntariado?
Tuve la oportunidad de compartir un viaje con muchos usuarios, trabajadores y voluntarios. La asociación organizó este viaje por la necesidad y el derecho a disfrutar de un tiempo libre como cualquier persona. Viajamos a Almería durante una semana y nos instalamos en un hotel muy grande y confortable. Debo puntualizar que esto al día de hoy no resulta tarea fácil porque muchas veces se encuentran hoteles que dicen estar adaptados y que realmente no lo están.
Como todos sabemos, en los hoteles grandes nos encontramos generalmente familias y parejas disfrutando de sus vacaciones y, por lo general, no se tiende a interactuar. Bien, pues desde mi punto de vista, la experiencia más enriquecedora que pude compartir fue que nuestro grupo fue capaz de transformar aquel hotel en un pequeño pueblo donde todos nos mezclábamos y compartíamos.
Por ejemplo, cuando salíamos por la noche a bailar éramos los que animábamos a mucha más gente a bailar, cuando compartíamos las actividades acuáticas con los monitores hacíamos que mucha más gente participase de la experiencia y cuando estábamos en el comedor eligiendo el menú, las personas se nos acercaban con alegría y entusiasmo a preguntarnos cómo estábamos y a felicitarnos por la alegría que transmitíamos. Creo simplemente que transmitíamos una alegría y un afecto contagioso y que aquellas personas que estaban con nosotros lo percibían y lo compartían.
¿Qué mejorarías del voluntariado o de la organización?
El trabajo de las personas voluntarias supone una implicación en la realidad y creo sinceramente que deberíamos acercar esta realidad a los centros educativos de toda la ciudad. De esta manera podríamos estimular la participación social desde una capacidad analítica y crítica.
Sería interesante compartir ponencias y congresos en los que nos mezclásemos usuarios, familias, profesionales, voluntarios y estudiantes para dar a conocer y analizar las trayectorias, las vivencias, las perspectivas y las valoraciones de las personas con discapacidad como parte del desarrollo de una educación integral, es decir, de una preocupación por desarrollar todas las posibilidades de una persona.
Para acabar, ¿qué les dirías a las personas para que se animen a hacer voluntariado?
Hay una frase del escritor John C. Mawwell que me resulta motivadora: “Nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero hacemos la vida con lo que damos”.
Es por ello que animaría a todas las personas a hacer un voluntariado. Es una experiencia que no solo se debe analizar desde el punto de vista de los beneficios que se aportan a otras personas a través del trabajo que se realiza, sino también de lo que se gana individualmente, lo que en mi opinión da más peso al por qué comprometerse y al por qué ayudar.